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Aquella mañana era de pasitos lentos, de zancadas al pasado y de sueños de acuarela. La mañana en la que ella volvía a su vida… La mañana en la que Pablo enfermó de nuevo… Se levantó como pudo y sonrío a la vida. Y como el cabrón que es, le retó de nuevo a un pulso. Único dueño de él mismo se remangó la camisa, se volvió hacia María, que seguía dormida y ajena a todo, y la recorrió en el silencio de una mañana torpe… Y ella se difuminaba ante él, mientras dos lágrimas recorrían sus mejillas. En aquel momento Pablo comprendió que el pulso lo había ganado la vida…

2 Comments

  1. Solo faltaba que fuera lunes, como el del chiste: «va un tío que se muere un lunes, y dice: pues sí que empiezo bien la semana…»
    Besos

    • Eso eso… Vamos a ponerle el toque de humor, que pienso que no tenía muy buena mañana el chico… ejejjeje
      Besos


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