De almas rusas

Siempre que veo imágenes de Rusia me inundan un dolor y una pena explicables tan sólo con lágrimas huérfanas de lógica, me sucede de siempre, desde niña. Jamás he visitado el planeta “Rusia”, ni siquiera he conocido en esta vida a ruso ni a rusa. No he leído ningún libro en el que las letras la dibujaran, me resultaría imposible hacerlo, en mis manos se convertiría en una trampa mortal escrita sobre hojas de guillotina. Presentía que todo esto formaba parte de otra vida. Mi mundo; a un lado Rusia y al otro yo, pero al verte, justo el efecto contrario, la paz de quien encuentra su sitio, ese lugar  que le fue adjudicado y negado de un mismo plumazo… Almas de aquellos que no lograron que su amor venciera, y les fue arrebatado sin previo aviso.  Almas víctimas de siglos de pasión contenida sin cuerpos hallados. Se han reconocido nada más verse… Deja que en su reencuentro sean ellas, que logren despertar de su pesadilla, a través de siglos grises, y de primaveras víctimas del desasosiego…  Ven, roza con tu aliento intruso mi boca y deja que te respire; y háblale, sin esperar respuestas, dejando que tus palabras se deslicen por mi lengua y lleguen hasta mi garganta, alimentándome de ti. Levántale el toque de queda a tu cuerpo, deja que sea, sin nombre propio, que disfrute de una muda que le envuelva de piel nueva, de la mía, de gotas de sudor transformadas en escamas, de escamas transformadas en caricias inundadas de cuerpos. Estrangula a las dudas, ansiosas por dejarnos ciegos el uno frente al otro, y que nos vuelven locos; presos de noches de lujuria, que deshacen la cama de nuestras almas sin dejar que llegues a rozarme. Maldita imaginación ésta, que me hace sentir que estás cuando sé que no es así, maldita Rusia de dolor y pena que vuelve a mi cabeza en forma de recuerdos líquidos y pinchazos…