LOS OJOS QUE NOS ESPÍAN

Los días de lluvia siempre me transportan al blanco y negro, me dejan con ojos de toro. Y te veo y no te veo, y sigue el blanco y negro adueñándose de una escena con dos protagonistas, y un guión que huele a miedo, y a roto… El beso entre dos hombres no es algo bien visto por los ojos ajenos que sientes que nos espían, que nos juzgan…  a través de las alcantarillas, desde las ventanas de cortinas entreabiertas, desde los árboles que no quieren guardar nuestro secreto… Te beso,  y no te das cuenta de que mis ojos te besan.  Cae desde una canal del tejado un chorro suicida de lluvia,  que se detiene a penas un segundo en  tu mano, y vuelves a no sentir que te acaricio… A dos calles de casa me hablas, pretendiendo llenar el vacío con palabras mojadas, acerco mi rostro al tuyo buscándote y sales corriendo. Te observo cruzar  la calle cortando la lluvia, perseguido por las gotas portadoras de mi beso al aire. Y miro desde mis ojos, en color, en rojo…   Yaces en la calzada y las gotas de lluvia te roban la sangre que firma mi beso.  Es tarde para seguir esperando, esperando a que venga alguien y me susurre que no hay nada que hacer por tu vida… Me voy a casa, una noche más, a reestrenar una vida, la mía, la gastada de tanto usarla, la de toda mi vida…  Y desde ella me abandonaré a tu despacho vacío, y al recuerdo de mi beso asesino.