Sin vistas

Y descubro entre el segundo y el tercer piso de la casa de enfrente un pliegue, un trozo de papel, del que poder tirar y deshacerme así de un escenario que no me entusiasma; una mañana de domingo con luz de tarde. Tiro del pliegue, y no se me ocurre qué pegar en su lugar; y regreso a casa, dejando un hueco en mi calle y una enorme bola de papel en la acera.